Existen infinidad de mitos, malentendidos e interpretaciones erróneas en torno al método Montessori. Desde nuestra Escuela Infantil Montessori detectamos que todavía existe mucho desconocimiento en torno al modelo de enseñanza creado por la dra. María Montessori, a pesar de ser una pedagogía centenaria.
A continuación vamos a hablar sobre los mitos más comunes:
1. Es elitista y caro.
María Montessori empezó su labor educativa con niños de familias humildes y su objetivo nunca fue formar una élite sino cambiar la educación para lograr un mundo mejor.
Bien es cierto que en muchos países, como España, no se puede aplicar el método Montessori en el sistema educativo público por lo que la mayoría de centros educativos que se basan en esta pedagogía son iniciativas privadas. Estos centros no reciben dinero ni subvenciones por parte del Estado por lo que tienen un coste superior para las familias.
Además, el método Montessori utiliza materiales educativos específicos y requiere de un mayor número de docentes por alumno. De ahí que la tarifa de las escuelas Montessori pueda ser superior con respecto a otros centros educativos privados.
Sin embargo, los materiales no son lo único importante en el método Montessori, de hecho son solo la punta del iceberg. Los pilares del método Montessori (respeto, libertad y autonomía) no cuestan dinero.
2. Al dejar el sistema Montessori los niños fracasan.
Los niños educados en el método Montessori tienden a ser niños autónomos, acostumbrados a organizar su trabajo estableciendo sus propias metas y objetivos, lo que conlleva una alta autoestima y capacidad de adaptación. Además, tienden a ser niños autocríticos, autoexigentes, con mucha disciplina interior, que disfrutan del proceso de aprendizaje.
Sin duda, esta serie de competencias y habilidades les permitirán enfrentarse con éxito a cualquier circunstancia de vida, incluso a las dificultades de un sistema educativo, escolar y universitario, obsoleto.
3. Los niños hacen lo que quieren.
Se dice que en Montessori “los niños no hacen lo que quieren, sino que quieren lo que hacen”.
En el aula Montessori, el niño tiene libertad para elegir en qué área quiere trabajar, con qué materiales y durante cuánto tiempo. No obstante, existen unas normas de conducta y convivencia que todo el grupo debe cumplir pues permiten que trabajemos todos en el mismo espacio, de manera ordenada, respetuosa y sin interrumpciones.
La libertad de elección permite al niño desarrollar la responsabilidad, la capacidad de elección y la autodisciplina. Para Montessori, la única disciplina verdadera y genuina es la autodisciplina, aquella que surge de uno mismo sin una autoridad externa que se la imponga. Esta disciplina solo se logra en libertad. Para Montessori, libertad y disciplina son las dos caras de la misma moneda.
En cualquier caso, al final de cada ciclo, los alumnos deben cubrir todas las áreas de aprendizaje propuestas por el adulto y haber alcanzado unos objetivos mínimos, siempre respetando los intereses y el ritmo de cada uno.
4. Para aplicarlo en casa necesitas dinero, espacio y tiempo.
No es necesario invertir una gran cantidad de dinero en material Montessori ya que estos fueron diseñados y pensados para las escuelas. En casa podemos utilizar juguetes más económicos e incluso elaborar nuestras propias propuestas de juego.
Tampoco necesitas una gran casa o cuarto de juegos para practicar el método Montessori, sino adaptar ciertos espacios de tu hogar para favorecer la autonomía y la libertad del niño. Es tan sencillo como colocar un perchero a su altura en el recibidor, disponer de un cajón a su altura en la cocina con sus utensilios, colocar un par estanterías bajas con sus juguetes ordenador en el salón, habilitar el bidé para lavarse las manos o colocar un taburete junto a la pila, cambiar la cuna por una cama a ras de suelo… Más que espacio necesitamos orden, simplicidad y minimalismo.
El método Montessori para el hogar se basa en el respeto mutuo, la libertad y la autonomía por lo que no está reñido con disponer de más o menos tiempo, sino de cómo tratas a tu hijo cuando estás con él.
5. Presiona a los niños hacia la intelectualización temprana.
No se fuerza a los alumnos a aprender algo concreto sino que cada uno aprende lo que necesita y cuando lo necesita, avanzando a su ritmo en cada una de las áreas (matemáticas, lectoescritura, geografía…). Si el interés por aprender parte del niño no tiene nada de perjudicial intentar saciar su curiosidad. Si un niño tiene sed, ¿no le damos agua?
6. No favorece la creatividad.
Respecto a otras metodologías, sí puede resultar más estricta ya que es el adulto quien preselecciona los materiales para el niño y le muestra cómo utilizarlos, aunque el niño puede reinterpretar esta explicación y encontrar otra forma de hacer las cosas. Además, en los ambientes Montessori siempre hay un área destinada al arte, cuyos materiales pueden ser utilizados de forma totalmente libre sin restricciones a la creatividad del niño.